LAICOS Y CLÉRIGOS EN LA ADMINISTRACIÓN ECLESIÁSTICA DE ARAMPRUNYÀ (AÑOS 950-1000)

     Finalmente organizado eclesiásticamente el término de Aramprunyà entre los años 900 y 950, se entraría en una fase de asentamiento, entre los años 950 y 1000, en donde aparecen, como señalábamos en el anterior capítulo, las primeras referencias escritas de las iglesias que mucho más tarde se convertirán en parroquiales.

     Por otro lado, el patronato condal sobre las iglesias en las montañas de Aramprunyà posibilitó la secularización de sus diezmos. Es decir, que sus diezmos (las prestaciones económicas que los fieles pagaban anualmente para mantener la iglesia) no fueran finalmente recogidos por la comunidad eclesiàstica, sinó por el "patrón" de la iglesia; o sea, aquel que la había fundado: los condes. De tal forma, podemos observar que en esta época, el conde Miró vende parte de sus derechos sobre los diezmos de Aramprunyà (correspondientes probablemente a las iglesias de Sant Miquel de Aramprunyà, y Sant Climent de Llobregat), Sant Boi de Llobregat, y Sant Vicenç (del Garraf) a su representante administrativo, el corregidor Galí. Éste las cederá a sus hijos y herederos.[5]

     Similarmente, es en esta época cuando posiblemente aparecen los oratorios y capillas de montaña, probablemente vinculados a pequeños señores, laicos o eclesiásticos que, siguiendo el ejemplo condal, pretenden quedarse, no ya con el delme (que correspondía sólo a las iglesias principales), sino con los demás ingresos eclesiásticos, como ahora los procedentes de las oblaciones de los fieles, donativos, limosnas, explotación de propiedades, o percepciones por servicios religiosos: son las capillas de Sant Llorenç en Can Tries, de Sant Miquel de Benviure, de Santa Maria de Sales, de Sant Pere de les Puel·les en Sant Boi... oratorios todos ellos eregidos al lado de caminos públicos de cierta importancia.[6]

     Por otro lado, en la franja marítima, el monasterio de Castelldefels se consolidó como recaudador del diezmo de los habitantes de que vivían en sus posesiones. Es posiblemente la época en la que los monjes se extienden por el territorio, con las probables celdas de Sant Pere de Gavà, Santa María del Sitjar (probablemente ocupando una antigua iglesia de camino que, sustituida por Sant Miquel de Aramprunyà, fue cedida al monasterio de Castelldefels hacia el 950), Sant Miquel de la Sentiu, Sant Joan de Viladecans, y Sant Pau del Prat.[7]

[5] Lo sabemos pues en el año 994, el hijo de Galí, Guillermo de Sant Martí, regresa al obispado de Barcelona, los derechos que poseía sobre las "parroechiam Sancti Baudilii, cum ipsas ecclesias titulisque infra eius domum fundati (...) et cum parrochia Eraprugnano et cum parroechia Sancti Vincen", Libri Antiquitati, vol. IV, doc. 148, fol. 51a-b, transcrito por A. Fàbrega, Diplomatario de la Catedral de Barcelona, Barcelona 1995, vol I (844-1000), doc. 253, pp. 476-77.
[6] De algunos no sabremos nada hasta más tarde; pero parecen tener origen antiguo, cerca del año 1000. Las primeras citas de los oratorios datan de los años 1004 para Sant Pere (CSC, doc. 391), 1048 para a Sant Miquel de Benviure (LFM, doc. 353), 1059 para Santa María de Sales (LFM, doc. 301), y 1265 para Sant Llorenç (ACB, 4-8-98).
[7] Ésta es la hipótesis planteada por Pere Izquierdo y Miquel Coll i Alentorn, que nosotros compartimos. Véase P. Izquierdo, El término de Aramprunyà, de la Baja Romanidad al Feudalismo. Una revisión crítica, "Miscelánea de homenaje a Jaume Codina", El Prat 1994, p. 274, y M. Coll, El camino hacia la independencia de Cataluña (877-988), Barcelona 1989, pp. 41-42.