NUEVAS CUESTIONES ENTRE SANT CUGAT Y EL OBISPADO DE BARCELONA (AÑOS 1200-1250)

    El estatus de control compartido entre Sant Cugat y castelldefels, establecidos a principios del siglo XII, y que comentábamos en el capítulo anterior, se conservó sin cambios significativos durante aproximadamente cien años. Fue en esta época cuando se consolidó el dominio terrenal de la familia Tició en Castelldefels, y en determinadas posesiones de Gavà y Viladecans. Pero a principios del siglo XIII, en el aspecto espiritual, las relaciones entre obispado y monasterio se volvieron a torcer.

    Estas tensiones salen a la luz el 8 de enero del año 1216, cuando el obispo de Barcelona obligaba al abad a firmar una concordia sobre "obediencia, subjección y otras cosas contenidas en las escrituras", en la cual "se convenió que el Abad de Sant Cugat y sus sucessores, perpetuamente, graciosa y espontaneamente preste manual y debida obediencia, y prometa canónica reverencia al obispo de Barcelona y sus sucesores", y también que "expresamente renuncie a los privilegios que se oponen a dichas cosas, y siempre se tenga como diocesano del Obispo de Barcelona, y de sus sucesores".[26]

    Esta concordia iba más allá de la sentencia del cardenal Bossó de 1117, y la bula papal del 1120, ya que la submisión al obispo indicaba que, a partir de entonces, el nombramineto de los capellanes de las iglesias de Sant Cugat (que aportaben unos buenos ingresos al monasterio), quedaban totalmente en manos del obispo, perdiendo Sant Cugat el derecho de presentación de los candidatos a capellanes de sus iglesias.

    Aún y así, el obispo de Barcelona reconocía, tres años después, el 9 de enero de 1219, la propiedad del monasterio sobre ciertas iglesias de la diócesi, entre las cuales menciona, naturalmente, Santa María de Castelldefels. Berenguer, obispo de Barcelona, las daba a Ramón de Sant Cugat y los sus sucesores, "amparándose al arbitraje de Ponç, ardiaca, Pere, sacristán, i Ramón, primício de la iglesia de Barcelona, delegados del priorato". También se acordó que cuando el obispo "fuera por su obispado visitando las iglesias, aceptará módicas procuraciones en las de Sant Cugat, según las posibilidades de éstas".[27] Una nueva manera de recordar que las iglesias de Sant Cugat quedaban sometidas al control episcopal, y que al monasterio sólo le quedaba el derecho de percibir las rentas, sin, a pesar de todo, poder nombrar un capellán de confianza que velara por sus intereses.

    La parroquia de Castelldefels quedaba, de esta manera, equiparada al resto de iglesias del obispado. La situación no fué aceptada por los monjes, que apelaron de nuevo a Roma.

[26] ACB, Libri Antiquitatum, vol. IV, f. 218, doc. 496, regestado per J. Mas, Notas históricas del obispado de Barcelona, Barcelona 1911, vol. IX, p. 233, doc. 2587.
[27] ACB, Libri Antiquitatum, vol. IV, f. 218, doc. 497, regestado per J. Mas, Notas históricas del obispado de Barcelona, Barcelona 1911, vol. IX, p. 2334, doc. 2588.